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viernes, 8 de abril de 2016

Las Ballerinas Rojas

"La libertad no es nada más que una 
oportunidad para ser mejor".
Albert Camus, 
escritor y dramaturgo francés.



Las Ballerinas Rojas... esto no es una historia como otras que yo me pueda inventar y moldearla a mí gusto porque es un asunto que he recogido de mí realidad.


Las Ballerinas Rojas son unos zapatitos sin tacón que uso casi a diario y que me han reportado infinidad de momentos. Y digo de momentos porque yo soy de las personas que practico esa técnica de todo convertirlo en algo productivo para mí crecimiento. Sé que podría sonar muy cliché, muy al estilo de coaching de superación emocional, y quizás lo sea ya que creo que eso se lo escuché a un presentador de CNN, pero como me ha funcionado, pues lo defiendo a capa y espada. 


Bueno, el hecho es que he decidido contarles de mías  Ballerinas Rojas debido a una reciente (reciente es reciente, menos de 5 minutos) "conversación" con una conocida. 


La dama se quedó mirándome fijamente primero y luego me hizo una especie de radiografía de cuerpo entero... no satisfecha con lo que vio me preguntó "¿Tú no eres la hija de Anin y Fuche?", respuesta "Sí", ya me iba imaginando por donde iba la cosa, pero bueno. 


Termino de entrar a mí oficina y la señora no contenta conmigo, vuelve a bombardearme "Tú estás muy bonita, ¿pero que edad tienes? Yo creo que eres de la edad de mí sobrina", respuesta "Sí"; tercer bombardeo "Entonces, ¿porqué usas esos zapatos rojos? Yo creo que esos zapatos son para una muchacha de 15, no para una mujer de 25 años"... en ese momento por mí mente pasaron las más bellas respuestas, esas que tienen un sabor picante y que le llegan al fondo a las personas, pero haberlo hecho sería irme a su campo de batalla y perder por inexperiencia. 


En cambio solo contesté "Posiblemente", y le aplique una ley que he ido perfeccionando con el tiempo: La Ley del Hielo. 


Ustedes dirán, "Sí vamos, mal momento, ¿pero que provecho tiene que nos los cuentes?",  a lo que yo misma respondería que tal vez absolutamente ninguno. pero no obstante quería hacerlo. 


Porque me quedé pensando en sí eso es verdad, en que sí una prenda de vestir puede etiquetarte como una persona inmadura o no. 


Tal vez estoy equivocada, y debería dejar de usar ballerinas y mantenerme sobre tacones de sendas pulgadas, al fin y al cabo soy una mujer profesional de veintitantos años...


Lo único es que ocurre un problema: a mí no me da la gana de demostrarle a nadie mí madurez o de adaptarme totalmente a los cánones que los demás esperan, porque yo soy yo, y creo que a quien debo tratar de hacer feliz es a mí misma, y lo demás que venga por añadidura. 


Sin más nada que agregar, 


Atentamente, La Autora.- 



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