Es imposible continuar cuando tú corazón ya no tiene ganas de seguir.
A veces se siente como sí sé respirara amargura.
Esos días en que cada latido de tú pecho es como una punzada de desasosiego.
Así ocurre a veces que tú cabeza se llena de fantasmas grises que se empeñan en nublar tu vista con gotas de tristeza.
A veces hay días en que no puedes ver los colores.
Y es como sí un nudo se sentara en tú garganta y te evitara tragar.
Sabes, en lo profundo de tú ser racional, que sólo es un momento; pasará; sólo será un borroso recuerdo, tonto, allá en la distancia.
También sabes que nada ni nadie merece tú sufrimiento; pero igual llorar porque crees que llorar te va a refrescar el alma acalorada por el dolor.
Lloras para que tus lagrimas arrasen en embestida furiosa el desencanto o el desamor.
Lloras porque no eres débil; porque eres inteligente y sabes que el sufrimiento y la aceptación del adiós hará borrón y cuenta nueva en tú corazón.
Llorar es de personas fuertes; llorar es de personas sabias.
Atentamente, La Autora. -
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