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martes, 2 de agosto de 2016

La Sonrisa Oculta




Ver siempre tú mirada....


Quisiera tener la capacidad 
de hacer que se clave 
en mí.


Y sonreír.
Con la Sonrisa Oculta.


Aquella que nace en tus ojos.
Aquella que se refleja en mí
alma.


La Sonrisa Oculta,
que nos ilumina.


Aquella que es soñadora.
Esa tan dependiente
de tú amor.


La Sonrisa Oculta,
que nadie más
puede
notar.


Solo tuya,
Solo mía,
esa oculta
en tú mirada
y la mía.



Atentamente, La Autora.-



!!!HE VUELTO!!! ... o eso creo.

Tantas cosas que escribir, y tantas que omitir. Tengo un montón de tiempo que no escribo nada. No solo por este medio, sino también a nivel general… bueno, cosas sí he escrito en el trabajo.

Y han pasado tantas cosas. Pero la verdad, entre un asunto y otro que resolver no ha habido tiempo de nada. Ahora pretendo volver a escribir y a dedicarle tiempo a lo que de verdad me apasiona: CREAR HISTORIAS.

Y también contar anécdotas. Muchas de mis historias no son tan emocionantes, pero cada una tiene ese algo que la hace especial.

Estuve pensando en un modo de compensar el tiempo que he perdido lejos del blog y escribir una o dos entradas por día durante todo el mes de agosto. Así cuento parte de lo que he querido escribir durante el mes de julio, y libero parte de la energía creativa acumulada.

Posiblemente esto sea un tanto imposible por el hecho de que a pesar del querer no dispongo de tanto tiempo. Pero he decidido que voy a crear el tiempo, y así poder cumplir con más proyectos pendientes.

Me gustaría disponer de más tiempo; o sea, no busco una hora extra en el día, lo que busco es aprender a tener tiempo. Eso es lo que me rompe la cabeza.

Yo soy una persona de esas que son MONO-TAREA. Cuando me enfoco en alguna cosa, ésta me absorbe por completo y mi mente no procesa nada más hasta que le pongo fin. Por lo general esa tarea siempre es mí trabajo.

Esto se debe a que mí trabajo, al igual que escribir, me encanta. Sin contar que es parte de mí profesión seglar que es abogada. Así que estoy prácticamente dividida entre una pasión y otra.

Estaré buscando la manera de desdoblar mí tiempo, y aprender a rendirlo equitativamente entre una cosa y otra.

Ya los poquitos que me leerán se irán enterando de mis progresos.


Atentamente, La Autora.- 

miércoles, 22 de junio de 2016

Los 200 Encuentros.



2do. ENCUENTRO. 



Las luces titilaban llenas de colores cuajando con su brillo los arboles de la avenida. Las personas caminaban a paso lento, tan contrario a la agitación de la mañana. 


El chico que caminaba con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo avanzaba absorto en su propio mundo. Tantas cosas pasaban por su cabeza, y con tal rapidez que se pensaba a punto de enloquecer. Sacudía su cabeza llena de una abundante cabellera negra, queriendo alejar de él todo lo que recordaba. 


Ya podía ver el puente. Ese ansiado puente que lo llevaría a un mejor lugar. Miró a todos lados, no vio a nadie. Tanto mejor puesto que no quería darle explicación a nadie de adonde iba. 


Tocó el borde de piedra del anciano puente. Sintió frío. Maldito frío que agarrotaba todo, hasta el corazón. Volvió a pensar en las horas pasadas y lo que le sucedió en la buhardilla fría de su sádico amigo volvió a él con rabia. Era como sí su mente se empeñara en torturarlo. 


La herida que tenía sobre la sien izquierda empezó a escocerle otra vez. Cada vez que movía la cara la sentía estirarse y eso le dolía. Quería mantener el rostro sin movimientos, así como las malditas fotos que fueron exhibidas en la buhardilla. 135 personas fueron a ver la exhibición. 270 ojos miraron escenas morbosas. Algunos bajaron la mirada y se retiraron, otros solo observaban las paredes y a él. Permaneció prácticamente deshecho en una esquina. Seguía pensando que no podía escapar. No tuvo tiempo de percatarse hasta muy tarde que ya las puertas no tenían candados. 


Miró el embravecido río que corría debajo del puente. Se notaba el gélido aliento emanando como humo. Pensó en que cruzando ese puente encontraría otro destino. Una vida mejor. Seguiría buscando. Todos pensaban que sí dejas de respirar terminas tus días. Él sabía que luego de una apnea siempre se respirar mejor. Por eso siguió su camino. 


Detrás de una columna una joven miraba a quien había interrumpido su camino. Quería pasar el puente, pero no quería que nadie fuera testigo. Y ahí estaba él, quitandole su derecho a una vida mejor. No podía creer que hasta en eso su vida no resultara... solo quería seguir, dejar todo atrás. Ya estaba cansada de los electrochoques. Estaba cansada de los narcóticos. Estaba cansada del sucio enfermero que descargaba dentro de ella todas las noches. 


Ella no quería llorar cada lagrima suprimida durante toda su vida. Ni jugar a ser lo que otros querían que fuera. No quería ser normal, tampoco quería ser loca. Su único trastorno siempre fue no entender porque no podía ser lo que quería ser. Nunca entendió las señales de guarda silencio de sus padres y hermanos, al menos hasta que los hombres de blanco aparecieron en su vida. Jamás volvió a ver a sus padres. Solo tres noches después de haber sido abandonada en el castillo de las paredes blancas, su templo fue mancillado. Recordó siempre el dolor, muy distintos a la electricidad corriendo por su cabeza y espina dorsal. 


Se suponía desde entonces que estaba loca. Nunca lo demostró. Solo calló. Hasta esa tarde. Ese día amaneció gris y una manta blanca cubría todo fuera del castillo. Algo en su interior reaccionó con ataque de claustrofobia. Recordó el puente de piedra. Y dentro de ella nació el deseo de ser libre. Pensó, pensó, tensó su maltratado cerebro, y reaccionó como una luz: Soy una Maldita Loca.  Así que tomó el pequeño cuchillo de la mesa de los doctores. Justo luego que el enfermero de sus noches de martirio hubo llegado al limite, cortó su garganta de extremo a extremo. La sangre manchó todo y la manchó a ella. Lo vio ahogarse en su propia vida. Tomó sus llaves y sin miedo salió del manicomio.


Tanto esfuerzo para que él viniera a arrebatarle su camino...


Lo miró mejor. Él también parecía dispuesto a emprender otra vida. Tal vez era tan distinto como ella. Quizás él aceptara que ella lo acompañara. Todo es posible. Salió lento de las sombras y se acercó cautelosa a él. 


Él sintió a alguien acercarse a su lugar. Miró rápido y con desconfianza. Solo pudo ver un camisón lleno de sangre. Tuvo la tentación de alejarse, pero luego pensó que daba igual. La figura terminó de abandonar las sombras y entonces pudo verla completa. Era un desastre. Parecía loca. Un desastre loco. Miró su cara de niña desequilibrada, sopesó su edad, no pudo acertar. Ella se acercó más, con su mano izquierda extendida como un saludo. ÉL tomó su mano con la suya. Sintió su frío, el mismo que él tenía. 


Fue entonces cuando miró sus ojos. Sintió como la comisura de sus labios tironeaban hacía arriba. Sonrió. Y vio su sonrisa reflejada en ella. No hubo explicaciones, no hubo lagrimas. Se abrazaron. Sabían que por una extraña razón se habían vuelto a encontrar. Estaba felices. Duraron tanto tiempo abrazados, que el tiempo corrió veloz. La oscuridad que antecede al amanecer se solazó en el cielo. Fue cuando escucharon las sirenas y los pitidos de los policías. 


Las luces de colores volvieron a titilar. Ellos se miraron. Debían continuar su camino. Sí pasaban el puente una vida mejor los esperaba. Tocaron sus labios y sintieron calor. Juntos, abrazados y en un beso de esos que solo saben darse las almas gemelas, pasaron el puente hacía una vida mejor. 


*    *    *

El informe era escueto. No mostraba ningún indicio de sentimiento. Los cadáveres de los jóvenes que se suicidaron en el río fueron llevados a la morgue. A pesar del comunicado, nadie había reclamado los cuerpo. Al fin y al cabo, solo eran un pordiosero y una loca. El Comisario llamó a la morgue y acordó con el encargado el funeral de los cuerpos. Lo hizo con todo el cuidado de enterrarlos juntos en la misma tumba. Sabía que ellos no había terminado ahí. Miró la lapida sin nombres, y susurró: "Aún no es su tiempo". El anciano se marchó. El pronto iría tras ellos. 



Atentamente, La Autora.-
  







lunes, 20 de junio de 2016

Los Bajalunas.



Quisiera escribir de ellos como sí de una historia se tratara. Podría empezar por "Erase una vez" pero esto no es un cuento de hadas, aunque podría parecer. La historia que hoy les cuento es más bien algo que he sacado de la vida real, es parte del vivir diario y de las cosas que pasan sin concierto previo. 


Climb up to the moon:
Luna querida, objeto de tantas mentiras.
 Fuente: Pinterest.
Yo los conocí desde casi mí nacimiento aunque no me percaté de ello. Los Bajalunas siempre han estado aquí. Andan entre nosotros disfrazados de humanos corrientes esparciendo su hechizo en todos los rincones. No todo el mundo se percata de Los Bajalunas, aunque sí hay quienes nacen con el don de conocerlos a la primera palabra, me gusta creer que soy una de esas; otras personas por el contrario aprenden de sus experiencias a reconocerlos. 


Describir a Los Bajalunas es ardua tarea, puesto que no responden a un canon establecido. Uno podría ser bajo de estatura con el cabello castaño, el otro un poco más alto pero de tez oscura, y un largo etcétera tan amplio como la diversidad de la raza humana. Los Bajalunas más bien se caracterizan por una sola cosa: su capacidad de pintar un mundo de ilusiones


una escalera para bajar la luna:
Así tienden escaleras de ilusión. Fuente: Pinterest.
                                    
Los Bajalunas no obstante no pertenecen a la noble estirpe de los Escritores... bueno quizás uno más que otro sí...su capacidad de pintar un mundo de ilusiones tiene más que ver con la mentira pura y simple. No son poetas, pues sus mentiras a pesar de estar bañadas en las más dulces mieles no tienen la intención de sosegar los corazones. No son cantantes, porque su música no es una melodía eterna. No son pintores porque aunque manejan los colores tienen la incapacidad de apreciar la belleza que los rodean. 


Estos seres, Los Bajalunas, siempre andan a la casa de incautos, sí son mujeres mucho mejor, a los que poder hechizar con banales promesas para lograr fines cuando menos que egoísta. Prometen cosas como bajar la luna, pero no tienen la fuerza necesaria para fregar un plato. Crean castillos y no saben pagar una factura eléctrica. 


Enamoran corazones sin importar que se rompan... pero lo peor de todo es que el mundo parece llenarse cada día más de estos seres. 


Cuantas lagrimas se han derramado en el altar de Los Bajalunas, sería imposible contarlas. A través de toda nuestra historia como raza estos seres han hecho de las suyas. Solo en los últimos tiempos han perdido fuerza, puesto que son más quienes están preparados para identificarlos. Por esa razón han intensificado su ataque. 


Los Bajalunas, están presentes en todos lados. Debemos de evitar caer en sus trampas. Hombres y mujeres terminan a diario usados por estos tunantes y sus fines egoístas. 


Es imposible aquí dar un manual de sus características, pues como ya ha sido dicho estas varían de individuo en individuo, pero es fácil darse cuenta en un par de días, puesto que no pueden frenar la cantidad de promesas que salen de sus labios. 


Los Bajalunas, siempre prometen cosas imposibles, ilusorias y poco realistas. Ojo con ellos, puesto que a la larga no te bajarán la luna, sino el ánimo o peor: anularán tus sueños. 


Atentamente, La Autora.- 




martes, 14 de junio de 2016

Los 200 Encuentros


1ER. ENCUENTRO.



El astro rey refulgía en mitad del cielo con la furia de millares de fuego. La tierra emanaba calor como los hornos de los panes en la casa del panadero. Todo en rededor se antojaba caliente y seco. 


La sed abrazaba la garganta del niño que caminaba al lado de las bestias de carga. Sus pequeños pies eran testigos de miles de caminatas en iguales o peores condiciones. Nunca se quejaba. Había nacido para realizar estos trabajos, aunque tenía la suerte de que el hombre grande y fuerte con quien vivía lo protegía de los latigazos de los capataces. El no se quejaba, igual no conocía otra vida, al menos para él. Ese día irían hasta el valle al otro lado del gran río, nunca había estado allí y la emoción de conocer ese lugar era su aliciente ante las rudas condiciones del desierto.


Entregarían los granos en la casa del señor de todos ellos. Nunca lo había visto, pero escuchaba decir que era hijo del Sol y que por eso debía ser adorado y respetado. El pequeño estaba feliz de que su amo fuera tan importante. Trabajaba todos los días con ahínco y buena voluntad para que el Faraón fuera feliz y su padre el Sol también lo fuera.


Cuando hubieron llegado hasta el pórtico de la enorme residencia del Faraón, fueron recibidos por dos guardias fuertemente armados que inspeccionaron las carretas minuciosamente. Luego que les dieron el pase, entraron a un patio enorme repleto de columnas y paredes con hermosos murales. El pequeñín no entendía que había escrito en los hermosos dibujos, pero por las figuras de las personas y animales el lograba entender la historia que contaban.


Se detuvieron a la entrada de una enorme habitación donde el hombre y otros que estaban en la casa empezaron a descargar todos los alimentos, pero debido al peso no lo dejaron participar.


Con el permiso del encargado de Palacio, el pequeñín se puso a pasear por los patios de la gran casa. Estaba extasiado con todo lo que veía, desde las verdes y altas palmeras, hasta las estatuas de gatos y halcones que bordeaban las calzadas. En uno de los patios había una piscina enorme y limpia, bajo un techo alto y rodeada de columnas con blancas cortinas de lino.


Todo era hermoso a los ojos del pequeñín, y maravillado pensaba en que el pueblo había hecho un gran trabajo para darle un hogar especial a su dios y soberano. Sus ojos brillaban de emoción ante todo lo que veía.


En una de las grandes salas, la niña que estaba sentada rígida y en posición de estatua se quedó mirando al otro niño de los ojos brillantes. Había visto pocos niños de su edad, y a los poco que había visto siempre era en la lejanía.


Sabía que no debía abandonar su posición, y menos la sala en donde estaba; a los mayores no les gustaba verla por los pasillos ni accediendo a los lugares del Faraón. Ella trataba de cumplir siempre, pero a veces no podía evitar la curiosidad o la necesidad de salir corriendo. Como ahora. Quería levantarse e ir a mirar los ojos de ese otro niño. Le gustaba el brillo que tenían, como el de las  aguas del río en las horas de la tarde.


Sin saber como, se levantó y caminó hasta el borde de la sala; se mantuvo al amparo de una enorme columna; no saldría de la sala hacía el patio. Se mantendría cerca de su lugar, así podría volver sin problemas cuando se acercara su cuidadora. Lo observaría en silencio, miraría sus ojos sin que nadie se percatara.


El pequeño estaba extasiado con la piscina, para él era un pequeño río privado, muy limpio y sin corrientes, especial para el Faraón. Todo lo del Faraón era hermoso, porque era el señor de todos, hijo del Rey de los Dioses. Nada podía cambiar tan absoluta verdad.


En un momento determinado sintió sobre el la extraña sensación de ser acechado. Sí hubiese sido una persona mayor, el miedo se habría apoderado de su espíritu. Pero en la inocencia de la niñez, el pequeño buscó con curiosidad en las frescas sombras que lo rodeaban. No veía nada ni a nadie. Ni siquiera un pequeño animal. Pensó que quizás se trataba de algún espíritu o de la presencia de algún dios. Porque siendo esta como era la casa de uno de ellos, a lo mejor estarían de visita.


Ya no buscaría más... tenía que volver junto al hombre y las carretas, para volver a su aldea. Giró en redondo para volver por donde mismo había llegado, y fue cuando vio un hermoso par de ojitos negros, que lo miraban con mucha curiosidad. El pequeño se quedó hechizado pues esos ojitos brillaban con la fuerza de un espejo, eran hermosos. Más hermosos que la casa entera del Faraón.


Sin saber cómo, ni porqué, ambos niños se acercaron uno al otro como atraídos por una fuerza invisible. Estaban encandilados por sus ojos brillantes. Diferentes. terminaron cabeza con cabeza, eran de la misma estatura, uno delgado pero fuerte, la otra aparentaba saludable pero era frágil.


Se miraron a los ojos, y sintieron un reconocimiento mutuo. Sin poder evitarlo comenzaron a reír como los niños que eran. Un impulso los condujo a fundirse en un tierno abrazo. Sensaciones tan extrañas hicieron aparición en sus corazones. No entendieron nada de lo que pasaba. Querían quedarse juntos. No dejar de mirarse a los ojos. Continuaron de pie bajo una palmera, tomados de las manos, mirándose a los ojos.


El hombre se quedó mirando la pareja de niños bajo la palmera. Lagrimas salieron de sus ojos, se sintió desdichado por la desdicha ajena. Miró en derredor. No había nadie, por suerte. Tomó su muleta de oro y lapislázuli y lentamente se acercó a la parejita. Los niños ni notaron su llegada. El hombre soltó su muleta, y con el apoyo de la palmera puso sus manos frente a los ojos de cada niño. Su mano izquierda tapaba los ojos de la niña y su derecha los ojos del niño.


Ambos niños lloraron ante la irrupción de la oscuridad que les impidió la visión. Ninguno quería dejar de mirar al otro. Pero era necesario. No podían durar la eternidad mirándose. El hombre sabía que este no era su tiempo.


Aún con su mano tapando los ojos de la pequeña niña, tomó su muleta y fue alejándola del lugar donde el niño quedó llorando de manera desconsolada.


Unos minutos después un militar lo encontró en el mismo lugar, llorando ríos de lagrimas.  Tenía un rato buscándolo, y a pesar de que estaba en un lugar privado de la familia real, no pudo evitar sentir compasión del pequeño. Así que lo tomo en sus brazos y se lo entregó al preocupado hombre junto a las carretas.


Los días se sucedían uno tras otros... eran como una carrera interminable del día y la noche, de sol y la luna. Nunca más los ojos de los niños dejaron de derramar lagrimas, nunca más sus bocas se abrieron para comer alimento alguno.


El dolor se asentó en los corazones de los dos niños; solo respiraban pensando en el otro.


Sus cuerpo se fueron consumiendo lentamente... y en un momento dado ambos abrazaron la muerte con deseos, buscando en su abrigo la calma a su dolor.


Pero sus almas no subieron a la barca de la muerte... agarrados de las manos, entraron al vórtice de la vida y la reencarnación.


La señora del tiempo les susurró al oído: "Ahora no; aún no es su tiempo".


El hombre de la muleta, también abrazó a la muerte... aunque con más sorpresa que con resignación. La muerte tampoco lo subió a su barca, pues no era tampoco su tiempo. Un poco desorientado, el que en vida fue Faraón, decidió seguir a las pequeñas almas que agarradas de la mano esperaban su turno para volver a vivir otro ciclo.



Atentamente, La Autora.-




viernes, 20 de mayo de 2016

El Homúnculo



El Homúnculo... es aquel pequeño ser producto de la inventiva humana llamada alquimia que no termina aún hoy en día de desarrollar un verdadero propósito. 


Sí no he leído mal, El Homúnculo fue una creación del mítico alquimista Paracelso, quien decía que era posible crear un ser híbrido y pequeño al mezclar carbón, mercurio, pelo o cualquier residuo humano (preferentemente del creador) y enterrarlo en la tierra rodeado de estiércol de caballo por alrededor de unos 40 días. El ser en cuestión no mediría más de 30 centímetros y su función sería la de vagar por el laboratorio del creador y en caso extremo proteger este lugar de posibles intrusos. Se alimentaria de la sangre de su creador y posteriormente se revelaría en contra del mismo. 


Se dice que Paracelso creó este ser en su búsqueda infructuosa por encontrar la Piedra Filosofal. Mucho se ha dicho de su simbolismo, y muchas variantes han aparecido a partir de entonces. 


Durante las primeras investigaciones de la concepción humana se llegó a creer que los espermatozoides eran los tan famosos homúnculos, que ya dentro de la matriz de la hembra crecía hasta convertirse en un niño. Otra versión, o interpretación, es que los homúnculos son la Conciencia del hombre, claro que al final este concepto quedó en desuso porque resultaba demasiado cuesta arriba imaginar la conciencia del hombre como otro hombre en miniatura que por ende también tendría una Conciencia.... sólo a mí se me viene a la mente una imagen de un espejo dentro de otro espejo, dentro de otro espejo, y así hasta el infinito? Espero que no. 


La razón por la que este mito me llamó tanto la atención es su potencial literario, por añadido pocamente explotado. Vale decir que entre las obras más famosas aparece en Fausto de Goethe y en una obra Umberto Eco que ahora mismo no recuerdo el título. 


Y no solamente me llamó la atención porque puedo usarlo como personaje, ya sea principal o personaje muletilla, sino porque me recordó un cuento que leí hace un par de años escrito por el físico ruso-estadounidense Isaac Asimov. Éste cuento, que tampoco recuerdo el título, está dentro de la colección de Punto de Lectura llamado Cuentos Completos. 


En el susodicho cuento, Asimov nos presenta a un científico (o era un diplomático?) recibe en su casa a un enviado de otro planeta, que al final termina revelando que no son ellos los primeros que han intentado dominar la raza humana o la Tierra como planeta, sino que hace muchísimo tiempo el hombre está dominado de una manera simbiótica por una especie alienigena que habita en su cerebro y que condiciona sus pensamientos mediante la liberación de enzimas especiales. 


Dice, por otro lado el mito de El Homúnculo, que este ser se alimenta de su creador y que se genera entre ambos un vínculo muy fuerte: sí el amo muere el homúnculo también. En el cuento de Asimov la raza que habita en el cerebro del hombre se alimenta de su huésped y muere cuando éste muere puesto que le es imposible salir de la cavidad craneal una vez se aloja en ella. 


Es posible, de tomar como cierto tanto el mito de El Homúnculo como el cuento de Isaac Asimov, que de vez en cuando nazcan personas que no lleven en su cerebro La Conciencia (Homúnculo o Raza Alienigena) y que por tanto se comporten de manera distinta al resto. Y la verdad que han pasado personas así por la Historia de la Humanidad y sería un gasto de palabras mencionar cuales. 


Pero hemos considerado a estar personas como locos, como revolucionarios, como lo que sea, menos como personas especiales... sé deberá esto a un impulso provocado por La Conciencia? No lo sé, pero la verdad es que no me quedo con esta y El Homúnculo va a terminar en mí pluma, bajo el impulso de mí imaginación en un relato que pronto les voy a compartir. 


Alguien más ya conocía este mito? Sí es así cuéntenme como llegaron a enterarse y que opinan del mismo... 


Y por cierto, sí alguien se sabe el nombre de dos de las obras que cito a ver sí me refrescan la memoria, porque estoy perdiendo mí capacidad de elefantitis. 



Atentamente, La Autora.-



martes, 3 de mayo de 2016

Sin Nada que Agregar



¿Bloqueo?

Ni idea...


Últimamente estoy como vacía, Sin Nada que Agregar. He pensado que estoy pasando por uno de esos temibles bloqueos, famosos entre escritores. 


¿O será que estoy volviendo a las andadas? Esto no quiero ni pensarlo. Sé que este blog posiblemente no aporte nada a nadie, pero no quiero que termine sus días bajo la maldición de mí pereza. 


Quiero continuar escribiendo en el blog, escribiendo mí novela, pero no sé como hacerlo. He mirado, he buscado, pero nada me inspira. 


Intento escribir, intento que algo emerja de mí, pero nada. Estoy Sin Nada que Agregar


Atentamente, La Autora.-

miércoles, 27 de abril de 2016

La que Siempre Buscaba Felicidad.



QUIZÁS TODO EL MUNDO TENÍA LA RAZÓN. PERO, ¿CÓMO SABERLO? ¿DE QUÉ MANERA RESIGNARSE A SOLO EXISTIR COMO UN OBJETO MÁS SOBRE LA FAZ DEL PLANETA?
ELLA NUNCA ENTENDIÓ SU MUNDO.
SU MUNDO NUNCA LA ENTENDIÓ A ELLA.

Mujer… by Marie A.-C.:

Podría empezar la historia de Thilil con la clásica frase de "Erase una vez" pero creo que sería desmerecer su historia del grado de fuerza que conlleva. 


No estoy hablando de un personaje más de los que plagan los rincones desconocidos del Universo, sino de un ser de luz que todos los días, a cada fracción de tiempo, buscaba la manera de ser distinta. Ella era La que Siempre Buscaba la Felicidad. 


Y era distinta, muy distinta. Thilil nació, creció y sembró en un mundo más allá de los confines de la Vía Láctea, donde todos los humanoides estaban a merced de lo que dictaba el Sistema Supremo. Nadie actuaba distinto, pues desde que nacían le inculcaban los mismos valores y modos de comportamiento. Nadie se molestaba en preguntar el porqué de ese patrón, tampoco nadie se molestaba en pensar tan siquiera en romper la rutina. 


Todo era igual. Desde la actitud de la personalidad, el porte físico, las vestimentas, todo era igual. La uniformidad era un bien tan preciado que la mayoría de las personas peinaban sus cabelleras rubias de la misma manera y sí alguien nacía con el cabello aunque fuera un tono más oscuro se lo aclaraba usando como jabón de pelo una olorosa planta de jardín. 


Y ni que decir de las infraestructuras. Los edificios eran una replica al infinito del mismo modelo, y se congregaban todos dentro de un círculo alrededor de una extensa explanada que tenía una estatua en medio del fundador de esa civilización y que tenía la función de servir de escenario a las anuales celebraciones de conmemoración. Alrededor de estos edificios y siguiendo el mismo patrón, se encontraban las viviendas de los demás habitantes. Los círculos de casas iban descendiendo por la ladera de la montaña hasta acabar en el borde del canal artificial que bordeaba toda la capital de esa Polis. 


El mundo donde vivía Thilil es muchísimo mayor que nuestro planeta Tierra, pero unos cuantos mundos más pequeño que Júpiter. En cada coordenada el fundador mandó elevar montañas de igual tamaño, y sobre cada una colocó las poblaciones, pero solo en una estaba la Polis, en aquella en que reposaba su megalomana estatua.


Los habitantes de este mundo sabían muy poco de sus orígenes, y no era que se molestaran mucho en escudriñarlo. Quizás solo tuvieran que mover unos cuantos pedruscos para encontrar los vestigios de la primera civilización, pero ellos no tenían un motivo para hacerlo pues consideraban que su vida estaba bien. 


En cierta época, para el tiempo en que los valles se cubrían de una sustancia color crema, más fina que la nieve y el mundo era recorrido por gélidos vientos en el cuarto círculo en la vivienda número 10 nacía una niña. Nada podría haberla hecho distinta, solo era una niña más que nacía. No obstante, ya habían pasado 15 años terrícolas sin que hubiera nacido un solo bebé en la Polis. Sería momento de alegría para los padres, pero la niña nació con un defecto: un abundante y vibrante cabello rojo que la hacía distinta.


Esa pequeña era Thilil, La que Siempre Buscaba la Felicidad. Desde que nació hasta que sembró, Thilil buscaba sonreír. Sí no encontraba un motivo fortuito, ella creaba una situación. Por las calles se escuchaba su risa cantarina. Su voz estridente maltrataba los oídos de los vecinos cada vez que cantaba esas canciones que ella se imaginaba. 


Su madre lloraba en silencio tal desastre de la genética. Buscaba una explicación, algo lógico que le permitiera entender porqué su hija era distinta. En secreto la llevaron a la Octava Colina, donde estaban los centros de salud del planeta, para que fueran los magos de la mente quienes le dieran una solución a su situación. Thilil solo era ella, le dijo un circunspecto mago vestido de azul cielo. No tenían una cura para tales asuntos. Le recomendaron encerrarla, obligarla hacer las cosas aceptables. Hasta mantenerla dormida con tal de que no resaltara. 


Su madre se empeñó en hacerla encajar. Lavaba su cabello hasta tres veces al día con la planta aclaradora, callaba su canto, tapaba su risa. La mantenía encerrada en su casa, y aplicaba en la jovencita un castigo por cada sonrisa inmotivada. 

El tiempo pasó. Los castigos llovían día a día sobre ella. Toda el círculo cuarto se olvidó de la hija de los de la vivienda número 10. Nadie escuchaba su risa, ni su voz, ni sus canciones. A nadie le importó. 


Thilil a fuerza de obligación perdió la voz, sus ojos se apagaron y sus cabellos no brillaban ya. Su madre estaba feliz. Su hija era un ser común. Adaptable. Nada era distinto, todo era igual, la rutina perfecta. 


Cierta noche un sueño extraño se asentó en la cabeza de Thilil. Soñó que vagaba sin rumbo en una inmensidad espacio cubierto por la nieve color crema de los inviernos de su planeta. El viento gélido no corría, no había colinas, no había canales, no había personas, solo ella y la infinitud. Todo era silencio, el odioso silencio al que estaba condenada. Intentó hablar, llamar a su madre, pero su voz no emergió de su cuerpo. Derrotada ante lo evidente apretó su garganta, pues sentía en ella atrapado un fuego que le devoraba el pecho. Sentía la respiración se su ser quedarse estancada en sus vías respiratorias. Sabía que tenía que gritar, hablar, reír o cantar porque sí no lo hacía su cuerpo iba a explotar. 


Despertó. Despertó en su habitación, empapada en sudor. Unas lagrimas calientes emergieron de sus ojos, y en su cerebro brilló una cuestión: ¿porqué? ... ¿Porqué no puedo reir? ¿Porqué no puedo hablar? ¿Porqué no puedo ser distinta? ¿Porqué? ¿Porqué?


Thilil sabía las respuestas de sus porqués, pero no lo entendía. Sabía que el sistema no quería a nadie distinto, pero no entendía el porqué. Y sabía más aún... sabía que estaba mal el hecho de cuestionar todo lo que estaba hecho antes de ella y antes de sus padres, y los padres de ellos. 


Pero, ¿qué podía hacer ella con las ganas de reír? Tenía ganas de ser feliz. No hablar, no cantar, no reír, la estaba matando poco a poco. Marchitando su hálito de vida cada día más. Sin saber como, ni en que momento lo hizo, se encontró recorriendo las calles de la Polis, rauda y veloz. Dejaba todo detrás, no sabía que buscaba, solo corría en pos de la masa negra y alta del bosque septentrional.

love:
Cuando estuvo lejos, cuando no veía el brillo de lo que todos llamaban hogar, corrió más rápido, gritando con todas sus fuerzas, liberando sus pulmones, dejando salir su voz, cantando canciones olvidadas, esas que quisieron enterrar dentro de ella, esas que le quemaban las entrañas. Mientras sus pies volaban sobre el suelo, reía mirando el cielo purpura cuajado de estrellas. Thilil, La que Siempre Buscaba la Felicidad, era presa de una felicidad universal. Reía con la naturaleza, reía con su esencia. 

Tan feliz estaba, tan profundo era su sentimiento de dicha, que no vio el abismo, no sintió el miedo de caer. La sensación del vértigo le hizo lanzar alaridos de felicidad, y en un paroxismo de alegría se sumergió en las oscuras aguas del cauce furioso que la engulló a ella y a su Felicidad como a todo lo que no era aceptable en ese planeta. 


Thilil sintió el agua mientras inundaba sus pulmones, y no obstante sentir dolor, le dijo adiós al planeta dando su última risotada. 


Así nació, vivió y sembró Thilil, La que Siempre Buscaba la Felicidad. 





Atentamente, La Autora.- 






miércoles, 9 de marzo de 2016

Flechazo...



poema de san valentín: lo nuestro es amor verdadero. con escenas de porno casero.:

        ... y entonces ocurrió que se miraron directamente a los ojos... ojos cafés buscaban dentro de unos ojos azules la respuesta a su desconcierto... tantas veces se habían visto... tantas veces habían hablado... pero solo justo ahora se notaban...


         - ¿Siempre estuviste aquí?- él le preguntó.
    - Siempre... aunque quizás no sintonizada contigo- le respondió ella sinceramente.
        - ¿Me acompañas a vivir el día de hoy, y todos los días de hoy a partir de ahora?-
         - Viviré el hoy contigo, el mañana no sé... deja que amanezca cada día... vivamos solo el hoy.


       Juntos caminaron por la senda de la playa tomados de las manos, apretando fuertemente el uno la mano de la otra... porque es que no siempre se tiene la suerte de encontrar el pozo de tú perdición en los ojos de otro ser...


Atentamente, La Autora.-






viernes, 4 de marzo de 2016

Las Musas como fuentes de Inspiración.

"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
Albert Camus,
novelista y dramaturgo
francés, Nobel de Literatura.


"Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
que, después de destruir la sacra ciudad de Troya,
anduvo peregrinando larguísimo tiempo"
 Homero, Odisea I


Mitolog�a griega: Las Musas:


Las Musas, la musa, mí misa, tú musa, tantas veces nombradas, tantas veces invocadas, su llamada es una constante en el mundo artístico tanto que cualquier ser humano a escuchado semejante frase. 

                                                        
                                                            ¿Qué son las Musas?


Según la mitología griega, cuna de su culto, las musas eran esencialmente diosas inspiradoras. En principio, cuando el culto aun estaba brotando, eran inspiradoras de la música pero conforme fue progresando el culto (y el desarrollo didáctico del hombre griego) las musa pasaron a ser las divinidades que presidían los tipos de poesía, y hay que entender como poesía en el mundo heleno toda una gama artística que abarca desde la música y el baile, hasta la poesía como tal, la prosa y hasta la historia. Es bueno tener esto en cuenta para entender luego a cada una de las Musas y sus atribuciones. 


Los helenos, o griegos, solo conocían el estilo lírico a la hora de producir. Es bien conocido que los filósofos griegos escribieron sus ideas en este estilo, y que hasta los matemáticos del rango de Pitagoras hicieron lo mismo. 


La música y la poesía eran considerada dos versiones del mismo arte, por esa razón las Nueve Musas que conocemos hoy en día son inspiradoras de una u otra manera. 


Ahora bien, el culto a las Musas como fuentes de Inspiración no está muy bien definido, puesto que existen varias versiones sobre su nacimiento y su genealogía. En principio, cuando las Musas solo eran tres divinidades, se decía que eran seres elementales hijas de Urano y Gea, aunque con el tiempo se llegó a decir que eran hijas de Zeus y de Mnemósine, quien era la diosa de la memoria, con el tiempo estas diosas llegaron a ser nueve y así continuaron hasta nuestros días. 


Al igual que su origen, el nombre de Musas no tiene una etimología muy clara que digamos, pero entre los orígenes más aceptados está que deriva probablemente de la raíz indoeuropea *men-, que es también el origen del griego Mnemósine, del latín Minerva, y de las palabras castellanas mente y museo. O, alternativamente, de *mont-, ‘montaña’, debido a su residencia en el monte Helicón, que es menos probable en significado, pero más probable lingüísticamente. Las Musas eran por tanto las personificaciones y las patrocinadoras de las representaciones de discursos en verso o mousike (de donde proviene «música»), ‘arte de las Musas’.


Las Musas son invocadas típicamente al principio, o cerca, de un poema épico o historia clásica griega. Servían de ayuda a un autor, o como auténtico orador del que el autor no era más que la voz. Originalmente la invocación a las musas era una indicación de que el orador se movía en la tradición poética, de acuerdo a las fórmulas establecidas.Esto es muy común en las grandes epopeyas greco-romanas que han llegado hasta nuestros días, por ejemplo las de Homero, las de Virgilio y los demás poetas griegos. Todos invocaron a las Musas, o solo a una de ellas. 


En los poemas homéricos se considera a las Musas diosas de la música y la poesía que viven en el Olimpo. Allí cantan alegres canciones en las comidas de los dioses, y en el funeral de Patroclo cantaron lamentos. De la estrecha relación existente en Grecia entre la música, la poesía y la danza puede también inferirse que una de las ocupaciones de las Musas era el baile. Como se las adoraba en el monte Helicón eran naturalmente asociadas con Dioniso y la poesía dramática, y por esto eran descritas como sus acompañantes, compañeras de juego o niñeras.

El poder que se les atribuye con más frecuencia es el de traer a la mente del poeta mortal los sucesos que ha de relatar, así como otorgarle el don del canto y darle elegancia a lo que recita. No hay razón para dudar de que los poetas más antiguos eran sinceros en su invocación a las Musas y que realmente se creían inspirados por ellas, pero en épocas posteriores, al igual que en la actualidad, tal invocación es una mera imitación. 

Al ser diosas del canto, están naturalmente relacionadas con Apolo, el dios de la lira, quien también instruía a los bardos y era mencionado junto a ellas incluso por Homero. En épocas posteriores Apolo es situado en muy estrecha relación con ellas, pues se le describe como jefe del coro de las Musas con el epíteto Musageta (Μουσαγέτης).

Otra característica más de las Musas es su poder profético, que les pertenece en parte porque eran consideradas como ninfas inspiradoras y en parte por su relación con Apolo, el dios profético de Delfos. De ahí que instruyeran, por ejemplo, a Aristeo en el arte de la profecía.

Como los poetas y los bardos obtenían su poder de las Musas, y aunque la idea más general es que, como las demás ninfas, eran divinidades virginales, algunos eran con frecuencia llamados sus discípulos o hijos.


Las Musas, o diosas de la Inspiración.

Por Pausanias sabemos que originalmente se adoraba a tres Musas en el monte Helicón en Beocia: Meletea (‘meditación’), Mnemea (‘memoria’) y Aedea o Aoide (‘canto’, ‘voz’). Se decía que su culto y nombres habían sido introducidos por vez primera por Efialtes y Oto. Juntas formaban el retrato completo de las precondiciones para el arte poético en las prácticas religiosas.

También se reconocía a tres en Sición,donde una de ellas llevaba el nombre de Polimatía, y en Delfos, donde sus nombres eran idénticos a los de las tres cuerdas de la lira, es decir, NeteMese e Hípate, o CefisoApolonis y Boristenis, que eran los nombres que las caracterizaban como hijas de Apolo.

Como hijas de Zeus y Plusia se hallan menciones a cuatro Musas: Telxínoe (‘deleite del corazón’), AedeaArque (‘comienzo’) y Meletea. Algunas fuentes, en las que otra vez son consideradas hijas de Píero, mencionan siete musas: NeiloTritoneAsopoHeptaporaAcheloisTipoplo y Rhodia, y por último otras mencionan ocho, que también se dice que era el número reconocido en Atenas.

Al final terminaría consolidándose en toda Grecia el número de nueve Musas. Homero menciona unas veces a una Musa (singular) y otras a unas Musas (plural), pero sólo una vez dice que eran nueve. Sin embargo, no menciona ninguno de sus nombres. Hesíodo es el primero que da los nombres de las nueve, que a partir de entonces pasaron a ser reconocidos. Plutarco afirma que en algunos lugares las nueve eran llamadas por el nombre común de Mneiae, ‘recuerdos’.

Las nueve musas canónicas son:


  Calíope (Καλλιόπη, ‘la de la bella voz’); musa de la elocuencia, belleza y poesía épica (canción narrativa).Se la representa con las características de una muchacha de aire majestuoso, llevando una corona dorada, emblema que según Hesíodo indica su supremacía sobre las demás musas. Se adorna con guirnaldas, llevando una trompeta en una mano y un poema épico en la otra.


CALIOPE:
Caliope. Fuente.


Clío (en griego Κλειώ Kleiô, de la raíz κλέω kleô, ‘alabar’ o ‘cantar’) es la musa de la historia y de la poesía heroica. Se la suele representar como una muchacha coronada con laureles, llevando una trompeta en la mano derecha y un libro de Tucídides en la izquierda. A estos atributos se une a veces el globo terráqueo sobre el que posa y el Tiempo aparece junto a él, para mostrar que la Historia abarca todos los lugares y todas las épocas.
José Luis Muñoz  - Clio  mitología griega, Clío (en griego Κλειώ Kleiô, de la raíz κλέω kleô, ‘alabar’ o ‘cantar’) es la musa de la historia y de la poesía heroica. Como todas las musas, es hija de Zeus y Mnemósine. Clío tuvo un hijo con Píero, rey de Macedonia, llamado Jacinto. Algunas fuentes afirman que también fue madre de Himeneo.:
Clío. Fuente.

                    Erato (Ἐρατώ, ‘la amorosa’); musa de la poesía lírica-amorosa (canción amatoria).Desde el Renacimiento, se la representa coronada con mirto y rosas, llevando una pequeña lira o una cítara entre sus manos, instrumento de cuerda que Hermes inventó. En otras iconografías se la representa llevando una flecha de oro, como reminiscencia del ‘eros’, ese sentimiento que ella inspira. A sus pies, generalmente hay 2 tórtolas picoteando y, a veces, a su lado la acompaña el amor alado (el dios Eros) provisto de un arco, flechas, carcaj y, algunas veces, de una antorcha encendida.

Catherine La Rose: ✿ Jose Luis MUÑOZ LUQUE ✿:
Erato. Fuente.

     
 Euterpe (Ευτέρπη, ‘la muy placentera’); musa de la música, especialmente del arte de tocar la flauta.Por lo general se la representa coronada de flores y llevando entre sus manos el doble-flautín. En otras ocasiones se la representa con otros instrumentos de música: violines, guitarras, tambor, etcétera. A finales de la época clásica se la denominaba musa de la poesía lírica, y se le representaba con una flauta en la mano.


José Luis Muñoz:
Euterpe. Fuente.

Melpómene (Μελπομένη, ‘la melodiosa’); musa de la tragedia. Es una de las dos Musas del teatro. Inicialmente era la Musa del Canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la Musa de la Tragedia como es actualmente reconocida.se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.

Melpomene by José Luis Muñoz Luque:
Melpómene. Fuente.


Polimnia (Πολυμνία, ‘la muchos himnos’); musa de los cantos sagrados y la poesía sacra (himnos).Se le suele representar toda vestida de blanco, recostada o apoyando el codo sobre un pedestal o una roca, en actitud de meditación (pensando) con un dedo puesto en la boca. Otras veces, se la representa llevando unas cadenas como símbolo del poder que ejerce la elocuencia. En otras representaciones, aparece cubierta por un velo, mostrando su carácter sagrado.

Polimnia (or Polyhymnia), was the muse of sacred religious music & poetry. Polyhymnia is sometimes thought of as the muse of thinkers & geometry because she herself is such a deep thinking person. Polyhymnia was a deep thinker. Compared to the other muses Polyhymnia was very serious and conservative. She is always shown wearing a long modest dress with a cloak like veil. Art by José Luis Muñoz Luque:
Polimnia. Fuente.

Talía (Θάλεια o Θαλία, ‘la festiva’); musa de la comedia y de la poesía bucólica.Era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia, y también era musa de la poesía bucólica o pastoril. Era una divinidad de carácter rural y se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias.


José Luis Muñoz - Talia:
Talía. Fuente.

Terpsícore (Τερψιχόρη, ‘la que deleita en la danza’); musa de la danza y poesía coral.Es representada como una joven esbelta, con un aire jovial y de actitud ligera. Guirnaldas de flores forman su corona y entre sus manos hace sonar una lira.

Terpsicore by José Luis Muñoz Luque:
Tepsicore. Fuente.

Urania (Ουρανία, ‘la celestial’); musa de la astronomía, poesía didáctica y las ciencias exactas. Es la menor de todas las musasComúnmente se la representa vestida de azul, color que representa la bóveda celeste, teniendo cerca de sí un globo terráqueo, en el cual mide posiciones con un compás que lleva en una de sus manos. Tiene una corona o diadema formada por un grupo de estrellas, de las que también su manto va repleto. A sus pies, se encuentran esparcidos algunos instrumentos de matemáticas, razón por la cual algunos la consideran de forma tácita, como musa de las matemáticas y de todas las ciencias exactas.


Urania, Muse of Astrology...1993 Jose Luis Munoz Luque (Spain, 1969) ~:
Urania. Fuente.

A pesar de la extendida creencia, no había correlación entre las artes clásicas (que por otra parte eran seis) y las Musas, siendo tal asociación una innovación posterior.

Durante la Edad Media, la representación de las musas se redujo a siete, asociándolas con las llamadas artes liberales.


NOTA: Esta entrada está viciada de copyright ya que tuve que hacer uso del artículo Musa que aparece en Wikipedia, porque lamentablemente el artículo que escribí en principio se eliminó de mí PC y no lo he podido recuperar. No obstante, esta entrada no es completamente una copia, así que no espero que me hagan  una demanda por derechos de autor... eso espero. No obstante, espero que lo disfruten.