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martes, 5 de abril de 2016

LEYENDO: La Ladrona de Libros

"La guerra es desatar con los dientes
 un nudo político que no se puede 
deshacer con la lengua"
Ambroce Bierce, 
escritor estadounidense.

Hace tres años que llegó a mí casa (¿les he contado que en mí casa todos somos lectores enfermos?) un libro voluminoso y con una portada un tanto extraña: una imagen de un pequeño teatro abierto y en sus tablas una niña tirada en el suelo leyendo un libro. 


Y el título más extraño aún: La Ladrona de Libros.

Erase una vez un pueblo donde las noches eras largas y la muerte contaba su propia historia. En el pueblo vivía una niña que quería leer, un hombre que tocaba el acordeón y un joven judío que escribía cuentos hermosos para escapar del horror de la guerra. Al cabo de un tiempo, la niña se convirtió en una ladrona que robaba libros y regalaba palabras http://www.imosver.com/es/libro/la-ladrona-de-libros_5009980090:
Portada de la Edición del 2007,
de la Editorial Lumen.

Y dentro de su solapa una historia mucho más extraña aún: la vida de Liesel Meminger contada desde la perspectiva de una narradora de lo más peculiar: La Muerte.


En apariencia esta novela parece un título más de la amplia bibliográfica de la literatura juvenil, pero su autor, Markus Zusak, ha contado de una manera tan suya la historia de su sangre que inmediatamente te atrapa en sus lineas y no te deja escapar hasta que terminas de leer todas las páginas y te quedas deseando más detalles de la historia. 


Bueno, como ya dije, hace tres años este ejemplar llegó a mí casa... y digo llegar porque con exactitud no recordamos como fue que llegó... cosa que siempre pasa en mí casa, los libros llegan y se quedan de las formas más raras... a veces los llevan conocidos que como saben que nos gusta leer deciden regalarnos libros, ya sean que los tuvieran o que los adquirieran expresamente; otras veces son comprados por nosotros mismos, y un montón de libros han llegado allá de manera inexplicable, como el caso de La Ladrona de Libros de Markus Zusak. 


En ese tiempo no le presté mucha atención puesto que estaba hasta la coronilla con el asunto de mí graduación en la universidad, y les aseguro al que no sea graduado que lo mejor es ir preparando todo y no dejar nada para último momento. Fue casi un año después para una Semana Santa cuando cansada del aburrimiento y ya creyendo que formaba parte de la decoración de la casa cuando por fin me decidí a leer el libro de portada y título extraño. 


¿Alguien se ha enamorado alguna vez de un personaje desde la primera oración del libro? Pues yo sí... la historia en sí no es nueva, pues todos conocemos las millones de historias de la Alemania Nazi y el tiempo con sabor a apocalipsis que se vivió en esa época. Hasta a nosotros han llegado testimonios tanto de las victimas como de los victimarios. Tantas cosas son dichas, tantos tecnicismos se han usado para diluir un poco la crueldad y el horror que las generaciones post-guerras vemos todo eso como cifras. 


Pero la historia de Liesel Meminger no es una historia fría, no es una historia gris salpicada de banderas rojas o esvásticas negras, y mucho menos es una historia salpicada de odio al Fuhrer y al régimen. Esta historia es la historia de una niña alemana en tiempos de la Alemania Nazi que descubrió las letras en los peores momentos de su vida y las hizo suya, suplantando con ellas las lagrimas del abandono, de la muerte, de la pobreza. 


En esencia, el libro se centra en la historia de la pequeña desde el día que llegó a la calle de Himmelstrasse, específicamente al número 33 donde la esperaba una mujer bajita con una gran voz y elocuencia y un hombre con un gran corazón y un acordeón. Junto a estos seres la pequeña descubre tímidamente las letras, aprende que la alegría no depende de grandes acontecimientos sino de pequeños momentos mientras lucha por crecer rodeada de miedos y guerras. 


Una noche, llega a su vida un judío errante, y con él la niña desarrolla su capacidad de inventar historias; a la vez que convierte su pasión en un hecho delictivo pues va robando libros para salvar la vida del judío. Esta historia es triste, es hermosa, es feliz, es perfecta. Liesel Meminger y Rudy Steiner podrían robar manzanas por toda la eternidad, correr grandes maratones para obtener la medalla de un beso, o nadar como peces tras libros que se ahogan. Pero el tiempo nunca se detiene, y todo siguió su curso. 


Unas bombas que le abrieron grietas a Europa, un mapa mal leído, una guerra tonta hecha por humanos locos, y personas que mueren bajo los escombros, mientras una niña en un sótano escribía esperando a un judío que aspiraba el cielo. 


Y eso es La Ladrona de Libros, una oda llena de colores y texturas. Hermosa. Una historia de guerra con sabor a vida. Y manzanas que suenan como acordes de acordeón. 


Atentamente, La Autora.- 





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